Madres que no duermen

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Muchas madres no han dormido esta noche. Muchas. En todos los lugares del mundo hay madres que no duermen. Madres que se desvelan. Madres que cuidan.

Madres puérperas que han perdido la noción del día y la noche porque sus bebés recién nacidos/as duermen a intervalos (que es lo que suelen hacer las criaturas).

Esta noche también habrá madres que no duerman porque cuidarán de sus hijos/as que tienen fiebre, porque los mocos no les dejan respirar, porque están creciendo y les duelen las rodillas.

Mamás que se desvelan porque tienen que ir a buscar agua o acompañar a su pequeño/a al baño. Que se desvelan pensando en las mil tareas que tienen por delante. Madres desveladas porque sienten culpa.

Culpa. ¿Y si la desvinculáramos de la maternidad? Qué fuertes seríamos las madres sin culpa.

Esta noche también habrá madres cambiando de habitación. O levantándose a contemplar si el sueño de sus peques está tranquilo. Habrá mamás consolando pesadillas, comprobando que no hay monstruos. Abrazando. Sosteniendo.

Habrá madres que quieran dormir y sus hijos/as solo se consuelen con ellas. Porque hay etapas en las que solo el abrazo de mamá reconforta.

Madres que hacen turnos de noche para pasar el día con sus hijos/as. Madres que no duermen porque acompañan el insomnio de sus bebés. Madres que amamantan y entran en un duermevela que se ha hecho el pan de cada noche.

Las mismas que por la mañana están cansadas. Las que hacen un esfuerzo extra para estirar su paciencia. Las mamás que no duermen saben lo que de verdad pesan sus párpados, su responsabilidad.

A todas esas madres, hoy les quiero decir que estoy con ellas. Yo y todas las demás.

¿Cuándo empiezan los bebés a dormir toda la noche?

No sé cuándo empiezan los bebés a dormir toda la noche. Porque no hay una fecha exacta. Cada cual es diferente; las circunstancias también lo son. Lo que sí sé es que alguien debería decirte que haces un trabajo importantísimo. Das lo más valioso de ti: tu tiempo. Se lo entregas a la persona que más lo necesita en ese momento.

Ahora bien, si sientes que estás desbordada, que no te encuentras bien, no pongas en riesgo tu salud mental para cumplir con el modelo de “madre entregada”. Dormir es muy importante y a veces es necesario ser consciente, llamar a “refuerzos” y descansar para poder salir adelante.

Algunos de los síntomas que puedes notar si no descansas son:

  • Fatiga, sensación de pesadez.

  • Irritabilidad, poca paciencia.

  • Falta de motivación

  • Pocos reflejos.

  • Atención mermada.

  • Memoria afectada.

  • Apatía.

  • Dificultad para tomar decisiones.

  • Pensamientos limitantes.

  • Falta de concentración

Pero si además esto viene acompañado de otros síntomas como los que leerás a continuación, sería conveniente que consultes con tu psicóloga perinatal de confianza:

  • Extrema tristeza

  • Desesperanza

  • Ansiedad

  • Dificultad para hacer las tareas diarias

  • Preocupación por el bebé

  • Aislamiento…

Quizás por la mañana…

Quizás por la mañana los huesos te pesen, te sientas poco lúcida. Pero de verdad, ¡lo estás haciendo bien! Te aplaudo. Te mereces una fiesta, o una siesta, y un premio en tu honor. Porque pasar dos ó tres años sin dormir del tirón, o cuatro meses (el tiempo no importa) es un esfuerzo que necesita ser reconocido.

Lo último que me gustaría es que se entendiera que las madres «más sufridas» son mejor. Esto no va de competiciones.

Esto va de compasión, de abrazos, de comadres que se entienden. Esto va de empatía.

¡Qué alivio encontrarse con personas que pueden comprender tus circunstancias! Y es que muchas madres, como tú, como yo, saben lo que es despertarse continuamente.

Todo pasa, algún día volverás a dormir toda la noche. Y también echarás de menos besar su cabeza, el olor de su pelo, el calor de su mano.

Si esta noche te vuelves a despertar y sientes que ya no puedes más: piensa en lo grande que eres para tu criatura, en lo que representas para ella. Sé amable contigo. Quiérete.

Si esta noche te vuelves a despertar y sientes que necesitas delegar: piensa en esa persona que va a tratar a tu bebé con mimo para delegar. Porque te mereces recuperarte. Porque si tú ganas tu bebé gana.

Quiérete bien para poder quererle. Y hazte consciente que das lo mejor de ti misma. Olvida la dicotomía de la buena y la mala madre. Siente alivio porque cada uno de tus abrazos nocturnos queda sellado en su memoria celular. Háblale bajito. Sujétale fuerte. Háblate con cariño. Abrázate fuerte.

Si viene una avalancha fuerte de emociones como torbellinos: respira. Entrégate. Recomponte. Inspira. Espira. Busca el momento. Llama a esa otra madre que también ha pasado por tu mismo camino. Habla. Llora. Ríe. Desahógate.

Las madres que no duermen velan el futuro del mundo. Aquí mi homenaje. Cuenta conmigo.

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