¿Qué es sanar el parto?

sanar_el_parto.jpg

Sanar el parto, desde el punto de vista de la psicología perinatal, es sinónimo de resignificar. Y ahora te estarás preguntando qué quiere decir esta palabra.

El concepto de resignificar, en psicología, es otorgarle un nuevo significado a un evento que se experimentó de forma negativa y que se transforma para poder observarlo desde otro prisma donde ya no predomine la angustia y el desgaste de energía.

Uso la palabra sanar porque es simbólica, porque nos conecta de lleno con la metáfora de la herida. Y es que hay una herida emocional que precisa tu atención. Así, podemos decir que sanar es un proceso. Veámoslo con mayor detenimiento.

Sanar el parto como proceso

Es un proceso porque requiere tiempo y además requiere una serie de fases que, es importante recordar, que no son iguales para todas. Ya decía la doctora Rakime Elmir y su equipo en 2010, que no se pueden sistematizar el parto traumático. Quizás te choque que se le denomine “trauma” porque es una palabra muy contundente pero si necesitas sanarlo probablemente sea así. En este artículo sobre parto traumático puedes entenderlo mejor.

Pero, volviendo a sanar el parto como proceso, esto quiere decir que forma parte de una secuencia que requiere tiempo pero también trabajo. El tiempo por sí solo no va a traer ninguna mejoría. Puede que el malestar no sea tan intenso, pero quizás ciertos elementos te despierten esa vivencia: una mujer embarazada, pasar por el hospital donde diste a luz, etc.

Por eso es importante que tengamos en cuenta que trabajar el parto junto a una profesional que te acompañe va a facilitar ese proceso puesto que te dará herramientas y un espacio para recolocar todo lo sucedido. En mi consulta online ofrezco este espacio seguro.

¿Cuándo es el momento apropiado para sanar el parto?

Puede que te estés dando cuenta en este preciso momento que necesitas sanarlo. La experiencia me dice que no siempre nos damos cuenta cuando lo hemos atravesado. Sí lo somos del malestar. También intuimos que algo no ha ido bien, pero ya sabemos la idea tan arraigada que hay en nuestra sociedad de que en la maternidad solo tiene cabida la felicidad y expresar una emoción distinta no es bien aceptado ni por nosotras mismas, ni por el entorno. A esto se le puede unir el hecho de haber normalizado la violencia obstétrica y algunas otras intervenciones. Siguiendo esta lógica de la normalización aparecería el siguiente pensamiento: “si otras mujeres que conozco ya han pasado por esto y no se sienten mal, ¿por qué debería sentirme mal yo?”. Y comienza a taparse y a desviar la mirada hacia otro lugar. Esto, por supuesto, no mejora la herida emocional, simplemente se tapa.

Otras veces, somos conscientes durante el parto pero necesitamos adaptarnos a esa criatura que nos necesita. Entramos en el posparto, a veces caótico, y nos lanzamos de lleno a los cuidados. Así pueden ir pasando los meses y te das cuenta de que necesitas trabajar el parto cuando tu bebé empieza a ser autónomo.

Y otras, se pide ayuda enseguida porque el malestar es realmente incapacitante.

Sea cual sea tu caso, lo importante es que esto no sea un motivo más de culpa. Y de culpa ya hablaremos otro día.

¿Y tú, en qué momento te diste cuenta de que tenías que sanar tu parto? ¿Necesitas quien te acompañe? Puedes hacerlo en asesorías online conmigo.

Anterior
Anterior

Violencia Obstétrica: la huella psicológica

Siguiente
Siguiente

Parto traumático: qué es